Fernando Sanchez diputado

Por Fernando Sánchez
Diputado Coalición Cívica-ARI

En la Ciudad de Buenos Aires circulan por día 2.300.000 autos; hay un promedio de 10.000 siniestros, 11.000 personas lesionadas y 100 víctimas fatales por año. Con respecto a las infracciones, se labran casi tres millones de multas, de las cuales solo el uno por ciento recae sobre los colectivos, siendo sus faltas más reiteradas la violación de luz roja, 30 por ciento, y el exceso de velocidad, 17 por ciento.

Así se comporta el universo de los conductores, pero el Estado no lo hace en forma mucho más eficiente.

Del total de infracciones labradas, casi un tercio de ellas prescriben y muchas ni siquiera son notificadas. El sistema de descuento de puntos, conocido como Scoring, rige en nuestra Ciudad desde hace tres años, pero prácticamente no funciona debido a que su efectiva aplicación está íntimamente ligada con la identificación del conductor.

Para realizar el descuento de puntos es necesario que el agente esté en la calle detectando la infracción y deteniendo al conductor, y sólo contamos con 1.000 agentes de control del tránsito para toda la Ciudad, todos los días del año y las 24 horas del día. Además, la Policía Federal redujo sus controles de tránsito en un 77 por ciento. Los controles de alcoholemia tampoco escapan de esta merma estadística: se han reducido en un 42 por ciento, tomando los datos oficiales de 2010 y 2011.

Este es apenas un bosquejo de la inseguridad vial en la Ciudad de Buenos Aires. Es necesario generar conciencia sobre el estado de violencia vial en que vivimos para poder generar un cambio de paradigma.

La violencia vial es un problema de todos, pero no todos tienen las mismas responsabilidades. En los tres poderes del Estado podemos identificar distintas responsabilidades: los legisladores debemos esforzarnos por sancionar el mejor cuerpo normativo, los funcionarios del Poder Ejecutivo deben planificar y ejecutar un plan de seguridad vial integral y el Poder Judicial debe sancionar con eficiencia y eficacia la violación de la ley. Sin dudas, la forma más eficaz de lograr un tránsito seguro es que todos los actores que intervienen en esta temática compartan una “cultura de la seguridad vial” y un proyecto aglutinador que trabaje en forma coordinada hacia objetivos específicos y estratégicos.