Editorial 5 de enero

Por María Inés Maceratesi

Se nos fue el 2017 y comenzó el 2018 y, como cada final y principio de año, nos preguntamos qué desafíos, qué alegrías y tristezas nos proveerá esta nueva etapa.

En lo concerniente a la temática vial, ajustándome a la tarea que me preocupa y ocupa, no me imagino otro escenario más que el que se ha visto hasta hoy. Ustedes se preguntarán el por qué soy tan taxativa y puedo responder que es porque veo que el tiempo corre y nosotros nos quedamos mirando cómo pasa la vida, cómo se van algunas vidas prematuramente y cómo quedan sufriendo los familiares por impotencia, por no poder, por no saber transmitir o contagiar el cuidado por algo tan frágil que Dios nos regaló: la vida.

Si desde que nacemos hasta el día que debemos abandonar este mundo estamos sujetos a innumerables peligros que nos acechan desde todos lados, la pregunta es: ¿por qué agravar o multiplicar los factores de riesgo en las calles y rutas?.

¿Acaso no están los caminos para ser recorridos buscando horizontes nuevos, nuevos paisajes y nuevas personas con las cuales podamos relacionarnos?

¿Acaso no esperamos tener unos días de vacaciones para salir a la ruta y llegar a destino con nuestra familia o amigos para disfrutar de la playa  o la montaña?

¿Qué es lo que nos apura y nos impulsa a correr o a enojarnos con el que conduce mal o no tiene el auto en condiciones?

Ante todas estas preguntas y muchas más, hoy quisiera dejar este mensaje de esperanza: hagamos cursos, eventos, jornadas, capacitaciones sobre seguridad vial, educación vial y cuanta temática técnica se nos ocurra; como decían nuestros padres y abuelos “el saber no ocupa lugar”, pero también tratemos de crecer como personas, de dominar nuestros impulsos dañinos, de practicar las virtudes de la paciencia, la prudencia , justicia, templanza; las virtudes cardinales, morales y teologales porque Dios también ocupa un lugar en nuestra vida y tiene mucho para decirnos y tenemos mucho para aprender de sus enseñanzas. Y aprendemos socializando, relacionándonos, solidarizándonos, porque no somos individuos de la especie  humana únicamente, sino que somos personas capaces de razonar, de amar y de tener un proyecto de vida y la ayuda mutua es una buena manera de ayudarnos a seguir creciendo. A la vez que vamos aprendiendo normas de circulación vial, vayamos también madurando en el arte de vivir responsablemente para no hacerle a los demás lo que no nos gusta que nos hagan, para no cargar con la tristeza de una muerte o una discapacidad resultado de una mala maniobra.

¿Te pasó rozando un auto mal conducido? , no le des el gusto de correr y arrimarte a su lado para insultarlo o reprenderlo, dejá que se aleje y seguí  tu camino con tranquilidad.

Que este año 2018 nos encuentre trabajando por la vida y por la paz.

Hasta la próxima y FELIZ AÑO NUEVO!!!