ruido tráfico

Natalie Mueller, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio, destaca que “el ruido del tráfico es un problema de primer orden para la salud que causa molestias y alteraciones del sueño a muchas personas. Existen evidencias de que la exposición al ruido durante la noche es particularmente dañina porque afecta a los procesos de regeneración que se producen en el cuerpo durante la fase de sueño. Además, el ruido del tráfico se asocia con la hipertensión, enfermedades cardiovasculares e ictus”, añade.

A su vez, la contaminación del aire contribuye con un 19% a la carga de enfermedad provocada en la ciudad por la planificación urbana y del transporte. Las personas residentes en Barcelona están expuestas a una media anual de 16,6 µg/m3 de partículas finas (PM 2,5), cuando los niveles máximos establecidos por la OMS son de 10 µg/m3.

En cuanto a la actividad física, el 70% de las y los barceloneses no llegan al mínimo recomendado por la OMS (150 minutos de actividad física moderada o 75 minutos de alta intensidad por semana). Respecto al calor, en los meses de verano se superan las temperaturas adecuadas para la salud; y un tercio de la población no vive cerca de espacios verdes.

La investigación también estima que la carga de enfermedad provocada por una mala planificación urbana y del transporte tiene un impacto económico de más de 20 millones de euros en costes para el sistema de salud.

“Barcelona no cumple con las recomendaciones internacionales de actividad física, exposición a la contaminación del aire, el ruido, el calor y el acceso a los espacios verdes”, apunta Mark Nieuwenhuijsen, coordinador del trabajo y director de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal. El investigador subraya también el impacto del ruido en la ciudad: “Se acostumbra a decir que Barcelona es una ciudad ruidosa, pero no se relaciona con la salud. El estudio muestra esta asociación, por lo que es necesario actuar de forma urgente”.

“La carga de enfermedad de Barcelona se podría hacer descender de manera drástica aplicando dos medidas: la reducción del tráfico motorizado a través de la promoción del transporte activo, y el incremento de los espacios verdes. Eso daría lugar a mayores niveles de actividad física por parte de la ciudadanía y a menos contaminación atmosférica, ruido y calor”, concluye Nieuwenhuijsen.

Fuente. Agencia Sinc