Percepción del riesgo

A esta altura de las cosas a nadie se le escapa que la Seguridad Vial no es una cuestión sencilla de resolver pero hay que reconocer que, a fuerza de insistencia y de múltiples acciones por parte de diversos actores sociales, se ha logrado avanzar. Por lo menos ya tenemos la certeza de que estamos ante un problema cultural que depende de una compleja red de circunstancias, algunas salvables y otras en camino. La pregunta es si alguna vez se podrán eliminar completamente las causas que hacen del tránsito una enfermedad social, una verdadera pandemia.

Pero como para ir pensando, podríamos centrarnos en el factor humano como uno de los que podemos llegar a controlar con mayor facilidad siempre y cuando seamos conscientes desde muy pequeños, que vivir significa estar en riesgo de padecer algo, una enfermedad, un accidente o directamente morir prematuramente. Lo que todos sabemos es que algún día vamos a morir pero el ser consciente pasa por no acelerar el momento y tratar de llegar a disfrutar de una vida larga y feliz.

Estar en riesgo implica percibirlo ¿Cómo se aprende a percibir el riesgo?

En lo que estamos tratando de analizar que es si la Seguridad Vial es una cuestión de información, de educación o algo más, nos preguntamos si las personas, cuando carecemos de información percibimos nula o deficientemente el riesgo y deduciremos seguramente que, podemos tener en nuestro poder toda la información pero que no es suficiente a la hora de estar inmerso en medio de un inminente riesgo vial.

Sabemos también que hay personas que se exponen deliberadamente al riesgo porque necesitan la adrenalina que les provoca desafiar a la vida y sus leyes naturales o intentan conocer y transgredir sus propios límites poniéndose a prueba. También están los que buscan ser reconocidos a través de la exposición al límite y los que se exponen a los riesgos como una manera de rechazar las normas y la autoridad que las instala.

Lo cierto es que desinformación, exposición al riesgo por adicción o estrés, ponerse a prueba, rechazo a normas y autoridad, son condiciones que denotan que estamos en presencia de una persona en riesgo por omisión, por desesperación, por necesidad de gratificación o por rebeldía, condiciones que puede reunir una sola persona en un único momento o en diferentes momentos de su vida y surgen de un desequilibrio psíquico y/o emocional.

Una persona fuera de su eje es ya, una persona en riesgo, aunque tenga toda la información necesaria para evitar un siniestro. El equilibrio de todas las funciones humanas supone transistar un estado de madurez, la cual no es permanente a lo largo de la vida sino que va mutando según factores internos y/o externos, físicos, psíquicos y emocionales.

Por lo tanto, puede ser que el riesgo sea percibido pero la persona no esté en la plenitud de sus facultades como para evitar sufrir las consecuencias de exponerse a él.

Las personas tenemos inteligencia y voluntad para poder hacer opciones pero si ésta última (la voluntad) no está presente por múltiples circunstancias, o está debilitada, no haremos lo que debemos hacer porque es bueno para nosotros y para los demás sino que haremos lo que podemos o sabemos.

Desinformación o ignorancia

No todo depende de la información, hay una inteligencia emocional que nos advierte de un peligro más allá de si tenemos información o no. Es bueno tener información pero no es suficiente.
La desinformación puede compararse con la ignorancia y en ese caso podríamos hablar de que existe una ignorancia vencible y es aquella que se podría y debería superar si se pusiera un esfuerzo razonable (por ejemplo, consultando, estudiando, pensando, etc.)  y una ignorancia invencible que es aquella que no puede ser superada por el sujeto que la padece, ya sea porque de ninguna manera la advierte, o bien porque ha intentado en vano de salir de ella (preguntando o estudiando).

Las  adicciones

Las adicciones nos ponen en riesgo siempre, ya sea por el consumo de sustancias psicoactivas, medicaciones recetadas que nos producen efectos negativos, patologías mentales que nos impulsan a lastimarnos intencionalmente, etc.

Búsqueda de notoriedad y atención,

El ser reconocido a través de la realización de actos riesgosos, también forma parte de alguna patología psíquica o alguna carencia emocional que nos lleve a querer manifestar con esos actos un grito silencioso ¡mírenme, aquí estoy yo!. En definitiva es el «yo» el que me está desafiando y no «nosotros» que te desafiamos.

Exponerse al riesgo como rechazo de normas y autoridad

Es común entre adolescentes pero la persona adulta y madura que se define por el rechazo a las normas y a la autoridad, tendría que resolver esa conducta por otros carriles. Por ejemplo: si consideramos que una norma es injusta o una autoridad está convirtiéndose en autoritarismo, hay mecanismos a nuestro alcance para mediar, dialogar y resolver lo que estimamos como injusto. Una multa mal hecha por ejemplo por mencionar lo más común.

Por último, hoy las Neurociencias nos dan muchos elementos que antes no teníamos para conocer y reconocer el riesgo según el funcionamiento de nuestro cerebro, motivo de muchos desórdenes en la conducta humana.

Y ya que mencionamos las Neurociencias, el Dr. Facundo Manes, especialista en las mismas dice que «la toma de decisión humana resultaría de la evaluación de las alternativas de costo y beneficio. Las neurociencias están demostrando que decidimos muchas veces en forma no consciente, basados en experiencias y emociones previas y en un contexto que cambia permanentemente»

Decidir en forma no consciente equivale a decidir mal por más información que tengamos a nuestro alcance, no es lo importante conocer sino aplicar a la realidad lo que conocemos con inteligencia y voluntad.

María Inés Maceratesi
Directora de EduVia