En la ciudad de Buenos Aires, la seguridad vial y el tránsito se pautan al ritmo de los taxistas.

No fue suficiente con que los carriles “exclusivos” para colectivos se les brindasen a los taxis, aún para los vacíos.

Tampoco haberles delegado la reeducación vial de los infractores graves: eso sí, si usted tiene tendencia a no respetar semáforos, velocidades o le gusta tomar mucho y conducir, va a poder ser reeducado por quienes saben mucho de esto, el Sindicato de Peones de Taxis. A ellos les delegaron las clases de reeducación vial, junto a la U.T.A. y un par de ignotas nuevas “asociaciones”.

Pero no se detienen allí las interacciones entre el gobierno de la ciudad y los taxistas.

Ahora quieren bendecirlos con un nuevo privilegio: podrán cometer todas las infracciones que quieran poniendo en peligro la vida de todos, y no tendrán que pagar ni un peso por ellas. Según el diario Clarín, el subsecretario de Justicia, Daniel Presti, las multas inferiores a $ 1.000 quedarán saldadas con dos horas de viajes. Entre $ 1.000 y $ 2.000, tendrán que trabajar durante cuatro horas; de $ 2.000 a $ 3.000, seis horas; y quienes sumen infracciones por un monto superior a los $ 3.000, deberán acreditar ocho horas de servicio. O sea, que por cada $500 acumulados de multa tendrán que disponer de una hora para el Ministerio de Desarrollo social(?).

Este trato discriminatorio con respecto al conjunto de la ciudadanía, que además sufre en la calle las permanentes transgresiones a la seguridad vial de los “profesionales” taxistas, desnuda nuevamente, más allá del enorme poder de lobby de algunos sindicatos, la absoluta falta de convicción e interés de nuestros autoridades con respecto a la seguridad vial de nuestra ciudad, por lo cual cabe preguntarse si los anuncios diarios de nuevas medidas no son más una estrategia mediática que un plan para cambiar la triste realidad de los muertos y heridos en el tránsito.


Prensa: Luchemos por la Vida