Por María Inés Maceratesi

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El 25 de noviembre en el Aula Magna de la Academia Nacional de Medicina, con la presencia de destacadas personalidades del ámbito científico y académico nacional e internacional, se realizó la ceremonia de entrega de la 10ª Edición del Premio Nacional L´Oréal-UNESCO «Por las Mujeres en la Ciencia» contando con la colaboración del CONICET. El programa, lanzado en 2007, tiene como objetivo premiar la excelencia científica y a la vez, promover y estimular la participación de las mujeres en la ciencia.

Marcelo Zimet Presidente de L´Oréal inauguró la ceremonia de entrega diciendo que «el mundo necesita ciencia, la ciencia necesita mujeres», por lo cual se trata de fomentar el empoderamiento de la mujer y trabajar por la igualdad de género para que las mujeres obtengan puestos relevantes ya que sólo el treinta por ciento de los puestos de investigación lo ocupan mujeres. La ciencia tiene el poder de cambiar vidas y L´Oréal, junto con UNESCO distinguen a mujeres investigadoras que trabajan en alguna de las ramas de la ciencia y desarrollan proyectos cuya aplicación mejora la calidad de vida de la comunidad.

Alessandro Bello, coordinador del Proyecto Global SAGA UNESCO en género y ciencia, el Pte del Conicet Alejandro Ceccatto y el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva Lino Barañao, también pronunciaron unas palabras en favor del desarrollo y la mayor participación de la mujer en la ciencia.

“Producción y almacenamiento de energía limpia de manera sustentable» se denomina el proyecto de la ganadora de este año, la Dra. Fabiana Gennari Graduada en la Universidad del Comahue y doctorada en la Universidad Nacional de La Plata, investigadora principal del CONICET en el Centro Atómico Bariloche (CAB- CNEA). Proyecto orientado al desarrollo de energías alternativas con ayuda de la nanotecnología para producir energía libre de gases contaminantes de principio a fin por el cual se le otorgaron $ 250.000.-

La Dra Gennari y su equipo – al que atribuyó la importancia de contribuir con su participación en el proyecto – integrado por investigadores y becarios del CONICET, mejoraron la producción de hidrógeno a partir de fuentes energéticas renovable y limpias aunque intermitentes: el sol y el viento, para intentar luego de encontrar otras formas más eficientes y seguras de almacenarlo hasta el momento de la demanda.

“Desarrollamos catalizadores nanoestructurados que permiten obtener hidrógeno a partir de una mezcla de etanol –obtenido de la fermentación de la residuos orgánicos- y agua; pero como esta conversión también requiere el uso de energía, necesitamos utilizar fuentes limpias con las que podemos contar sólo por momentos, como la solar y la eólica, y capturar el hidrógeno en esponjas también nanoestruradas que diseñamos especialmente con este fin para poder liberarlo cuando lo dispongamos y de manera constante”, explicó Gennari.

Este proceso que describió la investigadora, comportó que el equipo tuviera que solucionar otro problema: el catalizador que convierte la mezcla de agua y etanol en hidrógeno también generaba dióxido de carbono (CO2), un gas de efecto invernadero que, en caso de ser liberado a la atmósfera genera contaminación.

“Frente a este problema desarrollamos también materiales cerámicos nanométricos que permiten capturar el CO2 en el sitio de generación para después, en vez de desperdiciarlo, utilizarlo para producir bienes de valor. Los mismos catalizadores que usamos para producir el hidrógeno nos permiten también transformar el CO2 en algo que resulte útil, como por ejemplo, precursores químicos que demanda la industria”, concluyó.

La Dra Gennari me produjo una gran emoción cuando al dirigirse a los presentes despojó de individualismo el proyecto resaltando la importancia del trabajo en equipo y el apoyo de la familia

Fabiana Gennari se crió en una zona de chacras. «Fue tal vez la presencia del mundo natural y la curiosidad por los procesos que me rodeaban lo que me inspiró la curiosidad por la ciencia», expresó.

La Beca 2016, consistente en $ 150.000.- la recibió María Emilia Villanueva por su trabajo dentro del proyecto “Cicatrizar las heridas”. María Emilia llegó de Chivilcoy e ingresó a la UBA pensando en recibirse de farmacéutica y hoy está haciendo su posdoctorado en el el Instituto de Química y Metabolismo del Fármaco (Iquimefa, CONICET) desarrollando un apósito inteligente a base de hidrogeles de queratina que optimiza el proceso de sanación de heridas y, al detectar contaminación bacteriana en la misma, libera un agente biocida (nanopartículas de óxido de zinc) para evitar infecciones.

“Al haber mayor presencia de microbios se genera en la herida un pH básico – es decir, mayor a 7- que hace que el hidrogel se hinche, se ensanchen los poros y se liberen las nanopartículas de óxido de zinc alojadas en el interior para liquidar las bacterias contaminantes. Cuando la herida se encuentra limpia el pH es ácido –menor a 7- por lo que el hidrogel se desinflama, los poros se estrechan y limitan el paso de las nanopartículas”, explicó Vilanueva.

El producto tiene la virtud de estar compuesto de materiales biocompatibles y biodegradables; ya que obtuvieron la queratina a partir de un tratamiento económico de cuerno de vaca (un residuo biodegradable de la industria ganadera) y sintetizaron las nanopartículas de óxido de zinc en un medio acuoso, lo que garantiza un bajo nivel toxicidad.

Las nanopartículas de óxido de zinc (no mayores a 100 milímetros) son menos tóxicas para el ser humano que los iones de plata, el agente bactericida más frecuentemente utilizado en este tipo de productos. Al tratarse de materiales inteligentes no se expone al paciente al agente bactericida si no hay necesidad. La mayor ventaja que ofrecen los apósitos en base a hidrogeles es mantener la herida en un ambiente húmedo y facilitar una cicatrización eficaz y menos dolorosa. Además, el zinc –amén de las propiedades bactericidas- tiene la posibilidad de favorecer la migración de queratinocitos -células predominantes en la epidermis- a la herida y favorece la sanación.

Por otra parte, el proceso para obtener las nanopartículas de óxido de zinc resulta más económico y esto repercute en el costo del producto final.

“Esperamos que este desarrollo pueda ser tomado por alguna empresa de productos médicos para colocarlo en el mercado y que así pueda llegar a la vida cotidiana de la gente”, cerró la joven ganadora que destacó que este apósito servirá para aliviar heridas crónicas y escaras que se producen en pacientes que están largo tiempo postrados.

El Premio Nacional se encuadra dentro del Premio L’Oréal- UNESCO “ For Women in Science”, un programa sin precedentes en el mundo, cuyos objetivos son: reconocer a mujeres científicas sobresalientes y destacar el nivel de sus logros; ayudar a jóvenes científicas con un futuro promisorio en el desarrollo de sus carreras a través de becas que les permitan continuar con sus proyectos de investigación en instituciones líderes; alentar a las más jóvenes a adoptar la ciencia como carrera, entre otros.

En 17 años de vida del programa, más de 2250 científicas representando a 110 países han recibido su apoyo.

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Fotos: http://www.mincyt.gob.ar